Oblatos en el sinodo para Africa
El 25 de octubre, Papa Benedicto XVI ha cerrado oficialmente el IIº Sínodo para África, con una Misa pontifical en la Basílica San Pedro. Durante tres semanas, aproximadamente doscientos Obispos de cincuenta y tres países de África, y alrededor de cuarenta observadores deliberaron sobre el tema: “La Iglesia al servicio de Reconciliación, la Justicia y la Paz.” El Papa Benedicto estuvo presente en la mayoría de las sesiones, pero no intervino, excepto para su alocución de apertura y cierre.
El primer Sínodo para África en 1994 abordó varios problemas; quería ser más pastoral e interno. Hizo hincapié en la misión de la Iglesia: evangelizar las regiones más distantes del continente, inculturarse en los centenares de tribus y sus lenguas. El segundo Sínodo fue pastoral pero más atento a una Iglesia que pretende aligerar algunos de los problemas extremos del continente africano. Quizá se podría ver una analogía con el Concilio Vaticano II que forjó al mismo tiempo la Constitución dogmática sobre la Iglesia “Lumen Gentium” y la Constitución pastoral sobre la Iglesia en el mundo moderno “Gaudium et Spes”. Los dos aspectos son necesarios en la misión de la Iglesia, no obstante, en el primer Sínodo, se ponía el acento “ad intra” y en el segundo, “ad extra”.
Entre los numerosos temas discutidos, hay algunos que son especialmente graves y urgentes: la pobreza y el subdesarrollo muy extendidos; fatales guerras civiles y tribales, que causan millones de refugiados y emigrantes; inestabilidad política y dictaduras; corrupción endémica en todos los niveles; falta lo necesario: comida, agua, alojamiento; la pandemia devastadora del SIDA; la discriminación y la explotación de las mujeres y niños. ¿Ante tales problemas al parecer insuperables, qué debe hacer la Iglesia, ella que se llama ‘sal de la tierra y luz del mundo’? Más específicamente, ¿Cómo la Iglesia debe trabajar por la ‘Reconciliación, la Justicia y el Paz’ en este preciso momento?
La metodología seguida fue la misma que en el primer Sínodo. La primera semana, los Padres sinodales comenzaron por escucharse mutuamente en asambleas plenarias, donde cada uno debía presentar su situación en cinco minutos, no más. La segunda semana se consagró a los debates en pequeños grupos de distintas lenguas. Por último, en la tercera semana, volvieron a las sesiones plenarias para discutir y votar las propuestas que debían enviarse al Papa que las estudiará y redactará el documento oficial que, en sus propios términos: “presentará algunas orientaciones pastorales convenientes”.
Los Oblatos estaban presentes en el Sínodo, con ocho obispos. Siete venían de distintas partes de África:
- Tres de Sudáfrica: el Arzobispo Buti TLHAGALE (Johannesburgo), los obispos Barry WOOD (Auxiliar de Durban) y Edward RISI (Keimoes-Upington).
- Dos de Namibia: el arzobispo Liborius NASHENDA (Windhoek) y el obispo José SHIKONGO (Rundu).
- Uno del Chad: el obispo Jean Claude BOUCHARD (Pala).
- Uno de Lesoto: el Arzobispo Gerard LEROTHOLI (Maseru).
Entre los obispos invitados por el Santo Padre estaba el Arzobispo Orlando QUEVEDO (Cotabato, Filipinas), quien es el Secretario General de la “Federación de las Conferencias episcopales de Asia”.